Tanto están dando que hablar Alberto del Río –Alberto El Patrón y Paige, que es lógico que los dos próximos perfiles sean del uno y de la otra sucesivamente. Empezamos por Alberto –del que hay mucho que decir- por edad y trayectoria y seguiremos por Paige de la que hay algo menos que contar. Primero El Patrón, un personaje que me fascina y que, además, pese a todo, se lo ha montado muy bien.
Nacido el 25 de mayo de 1977, José Alberto Rodríguez es hijo de luchador. Su padre, Dos Caras, era una estrella muy reconocida en el ámbito de la lucha libre mexicana y, de hecho, él mismo, en sus inicios, se llamó Dos Caras Jr., y actualmente, su hermano menor, Guillermo, ostenta el título de Hijo de Dos Caras. Pero ambos dos –Guillermo y Alberto- fueron ‘obligados’ por su famoso padre a estudiar una carrera antes de dedicarse al mundo de la lucha libre. O por lo menos esto es lo que dijo Alberto en una entrevista concedida en Málaga hace ya algunos años.
Así, de buena familia, con carrera –es arquitecto- y un indudable talento, El Patrón comenzaba su andadura en su país de origen, como hemos dicho bajo el pseudónimo de Dos Caras Jr. Militaba en la AAA y después dentro de las filas de la CMLL, hasta que en 2008 llegaba el comienzo de la relación –primera parte- con la WWE. Su personaje, el que le hacía reconocido no, reconocidísimo: Alberto del Río. Un rol que un poco era como él: aristócrata, algo engreído, rico y con talento. Alguien que entraba en el ring subido en un cochazo y de la mano de Ricardo Rodríguez, su presentador particular (no es una novedad, hay muchos wrestlers que lo incorporan. Véase, por ejemplo el reciente caso de Rusev y Lana). Un personaje que entraba dentro de la clasificación ‘heel (los malos)’ y que hacía muy buenos combates y escalaba posiciones de forma vertiginosa.
Alberto del Río durante el evento en vivo de la WWE en noviembre de 2015.
El problema es que en la WWE no se sabía muy bien dónde encajarlo, creo yo. Se apostaba por otras estrellas como CM Punk, obviamente John Cena, etc., y Del Rio, pese a todo, no llegaba a desarrollar todo su potencial. Ganaba títulos, sí, pero los perdía rápidamente. Y llegaba a un momento clave: el cambio a ‘face (de los buenos)’ y el ganar el cinturón de los pesos pesados en 2012, que perdería en poco tiempo. Ese título que podría haber significado todo, junto al cambio, lo que significaba en realidad era una pérdida de rumbo del personaje y que en 2014 abandonaba la compañía tras un incidente “racista”.
Del Río, o El Patrón fuera de la WWE, regresaba a las ligas independientes: AAA, Lucha Underground, Ring of Honour… conservando su popularidad (e ingresos) al mismo nivel que en la WWE (lo mismo, creo yo, que va a pasar ahora). Y aproximadamente un año después de su marcha, la firma de Vince McMahon volvía a llamarle a filas, como suele decirse, con un contrato de 1,3 millones de dólares.
¿Y qué pasa? Que el regreso ponía de manifiesto aquello de que ‘segundas partes nunca fueron buenas’. Del Rio comenzaba fuerte, pero en menos de un trimestre, la WWE volvía a situarlo dentro de los personajes de relleno (en mi opinión –y esto es sólo una opinión- los latinos no tienen muy buena mano en la compañía). Así que la historia desembocaba donde todos conocemos: sanción de treinta días por violar la política de bienestar de la empresa y posterior salida “de mutuo acuerdo” de la misma del mexicano. Eso aderezado con el romance con Paige, que le ha ‘costado’ el divorcio.
Y ahora nos encontramos de nuevo con El Patrón, que vuelve a las ligas independientes, cuan mercenario de la lucha libre, yendo allá donde le paguen más. Lógicamente, niños, esto es un negocio y hace bien. Él mismo ha manifestado que le quedan dos años en activo y no más de 60 combates, así que… y nos lo encontramos también como directivo, un puesto que sin duda le va como anillo al dedo; como presidente de Combate Américas, una empresa dedicada a las artes marciales mixtas (MMA), que aspira a convertir en la segunda mayor del mundo en un plazo de dos años.