Queda un mes para el evento en vivo de la WWE en Madrid. Un mes justo. Y uno de los principales atractivos que este año me harán acudir a ese evento será Sami Zayn, al que tengo muchas ganas de ver en vivo y puede que sea una de las últimas oportunidades de hacerlo dentro de las filas de WWE.
Me preocupa un poco, creo que como a muchos, el futuro de Sami Zayn (Rami Sebei, así se llama) en la compañía de Vince McMahon. Porque a pesar de la indudable calidad de este luchador, en la empresa no parecen dispuestos a darle ninguna oportunidad mayor, a diferencia de lo que ha sucedido, prácticamente desde el principio, con su amigo y compañero en NXT, Kevin Owens. Y me pregunto por qué será.

En mi opinión, es que a Sami resulta un poco complicado darle un personaje con el carisma suficiente como para mover las multitudes que mueven John Cena o Roman Reigns en el bando face (los buenos); e infinitamente más complicado encajarlo dentro del heel (los malos), donde ya tenemos a Kevin Owens, sin ir más lejos, haciendo de las suyas. Tampoco, para su desgracia, pertenece, como Jinder Mahal a una etnia entre la que se quiera ganar mercado. Canadiense, con orígenes sirios, incluso eso puede, llegado el caso, jugar en su contra (esto es solo hipótesis; hacer ciencia ficción). Factores que hacen que la calidad técnica pase a un segundo plano (me diréis a mí qué calidad técnica tiene Mahal, por ejemplo), en detrimento del buen wrestling.
Al final, es probable que Zayn decida seguir los pasos de nombres como Cody Rhodes o Wade Barrett (Stu Bennett), que abandonaron las filas de WWE por ligas independientes al no terminar de encontrar su sitio dentro de la empresa de la familia McMahon. Algo similar podría pasar con Dolph Ziggler, del que el año pasado ya se rumoreaba algo así, pero que éste parece que ya ha tocado suelo.
Y eso sería una pena, tanto en uno como en otro caso.